ODE Y OTIM

Estos médicos gemelos que se caracterizaban por su alegre caritativa y generosa personalidad, ejercían la medicina en forma totalmente gratuita. Según cuenta la leyenda fueron los primeros en realizar un trasplante; estaban atendiendo a un hombre muy enfermo con el que ya no había nada que hacer para salvarle la vida, solo lo acompañaban para aliviar su dolor. Exactamente en el momento del fallecimiento del paciente le avisan a los hermanos que otro hombre del pueblo se había accidentado gravemente, perdiendo una de sus piernas; decidieron realizarle el trasplante y la operación fue un éxito. Cosme y Damián fueron torturados, los ataron a una cruz lanzándoles flechas y piedras y después fueron puestos en una hoguera de donde milagrosamente salieron ilesos hasta que finalmente los decapitaron. San Cosme y San Damián se convirtieron en patrones y protectores de enfermos, médicos y actualmente se los considera intercesores en la donación y trasplante de órganos y tejidos. 

                                                                            
A estos Santos se los sincretizan con Ibeji, Orixá doble, que al igual que los Santos son una pareja de hermanos gemelos que representan el principio básico de la dualidad, teniendo las mismas actitudes infantiles y juveniles. La leyenda cuenta que Oiá había parido gemelos, cerca de un río en donde los abandonó, y en ese mismo lugar fueron acogidos y criados por la Orixáde las aguas dulces, Oxum. Ibeji indica la contradicción que se encuentra en cada ser humano, la dualidad constante; todas las situaciones y todas las cosas tienen dos lados y solo es posible hacer justicia si las dos medidas son pesadas con la misma balanza, si los dos lados se atienden y entienden entre si. También es la divinidad del juego, la felicidad, la inocencia y la ingenuidad del niño. Cuida de los bebes hasta la adolescencia, independientemente del Orixá de cabeza del niño; porque Ibeji es como un niño y como tal posee la bondad, pureza y espontaneidad que también encontramos en los Santos Cosme y Damián. 

                                                                                  

LEYENDA

 

En la antigüedad, en el pueblo de Isokun, vivía un agricultor muy próspero que era conocido en todas partes como un cazador de monos. Esto era así porque como sus siembras eran muy prolíficas, los monos venían a comer de sus cultivos.
De modo que los monos se volvieron una plaga para el agricultor. Este trataba de expulsarlos, pero ellos iban y venían, y comían de todos sus frutos. Él y sus trabajadores vigilaban los cultivos, mataban a los monos y los sacaban con palos y piedras. Pero los monos se negaban a irse. Y siempre regresaban a comer de sus siembras.
El agricultor se las ingenió para mantener a los monos fuera de sus cultivos. Entonces los monos hicieron Juju (brujería). Comenzaba a llover y los vigilantes se iban a la casa, pensando que con la lluvia los monos no vendrían a comerse las cosechas. Pero los monos hicieron que cayera la lluvia y mientras llovía, ellos comían y comían. Cuando el agricultor descubrió esto, mandó a construir techos para los vigilantes. Así pudo matar muchos monos.
 
Aquél agricultor tenía varias esposas. Un día un adivino vino al pueblo de Isokun y predijo para el agricultor: “Si continúas matando monos, tus esposas no podrán tener hijos. Los monos son sabios y poderosos, ellos tienen la facultad de enviar un abiku (nacidos para morir prematuramente) a los vientres de tus esposas. Cesa de matar monos. Permite que los monos vengan y coman en tu tierra”.
 
El agricultor no le creyó a aquel Babalawo. Y continuó matando a los monos. Estos se reunieron y discutieron la forma de vengarse del hombre. Fue así como decidieron enviarle dos abikus. Entonces dos monos se transformaron en abikus y viajaron al vientre de una de las esposas del agricultor. Cuando la mujer parió, nacieron los primeros gemelos en aquel pueblo Yorubá. Esto atrajo la atención de todo el mundo. Era la primera vez que nacían dos niños a la vez. Unos dijeron: “Qué buena fortuna para el agricultor”. Otros manifestaron: “Esto es un mal signo para el agricultor, ya que sólo los monos paren gemelos”.
 
Pero como los gemelos eran abikus, al poco tiempo murieron. Y los monos retornaron al “lugar de los no nacidos”. De nuevo, una de las esposas del agricultor quedó embarazada, y cuando parió, nacieron otros gemelos. Pero como eran monos, al poco tiempo de vida, murieron. Así pasó con todas las esposas. El agricultor desesperado, porque no podía tener herederos, viajó a un lejano lugar para consultar a Orúnmila. Ifa le dijo: “Tus problemas son provocados por los monos. Ellos están enviando abikus a los vientres de tus esposas. Tú le has provocado a ellos un gran sufrimiento, y en venganza ellos te hacen Juju (brujería). Permite que ellos coman en tus cultivos, a lo mejor así se apaciguan”.
 
El agricultor regresó a Isokun, y dejó de cazar monos. Los monos comían tranquilamente. De nuevo, una de las esposas del agricultor salió embarazada y parió gemelos. Pero el agricultor, inquieto por sus anteriores experiencias, fue de nuevo a consultar el oráculo de Ifa para asegurarse de que sus hijos no murieran otra vez. Ifa le dijo: “Estos gemelos no son abikus. Los monos se han apaciguado. Pero tampoco estos gemelos son niños ordinarios. Estos gemelos tienen el gran poder de premiar o castigar a los seres humanos. Su protector es el Orisha Ibeji. Si alguien maltrata a estos gemelos, el espíritu Ibeji castigará a esa persona con enfermedad, pérdidas (embarazos) y pobreza. Y quien trate a los gemelos con bien, será recompensado con hijos y buena fortuna”.
 
Ifa también dijo: “Debes hacer cualquier cosa que los haga felices en este mundo. Lo que ellos quieran, dáselo. Hazle ofrendas al orisha Ibeji. Ya que los gemelos fueron enviados al mundo por los monos. Los monos son sagrados para el Orisha Ibeji. Ni los gemelos ni sus padres pueden matar monos ni comer carne de mono”.
 
El agricultor retornó a Isokun y le dijo a su esposa lo que había aprendido de Ifa. Él le explicó que lo que los gemelos quisieran, había que dárselo. Si querían dulce, se los diera; si querían ir al mercado a pedir, que los cargara y los llevara al mercado; si querían bailar, que ella los cargara en sus brazos y danzara con ellos. Así vino la buena fortuna a la vida del agricultor.